Ubuntu Naturaleza: cuando la ciencia abre los ojos de la comunidad

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Nacido en los laboratorios del CESIMAR-CONICET y la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, el proyecto Ubuntu Naturaleza invita a las personas a mirar su entorno con otros ojos: los de la empatía y la ciencia. Cada fotografía que recibe se transforma en conocimiento y conciencia ambiental.
“Nos faltaban ojos en la naturaleza.” Con esa frase, la investigadora del CONICET Ximena González Pisani resume el motivo que dio origen a Ubuntu Naturaleza (UNat), un proyecto que nació del trabajo conjunto entre el laboratorio de Ecotoxicología en Invertebrados Acuáticos de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y el de Ecotoxicología de Invertebrados Acuáticos y Riesgo Ambiental del CESIMAR-CCT CONICET-CENPAT, ambos bajo su dirección.
Después de años investigando los efectos de contaminantes como plásticos, hidrocarburos y fármacos sobre los organismos acuáticos, González Pisani y su equipo sintieron que algo les faltaba. “Hacíamos estudios de campo y ensayos de laboratorio, pero necesitábamos ver lo que realmente está pasando allá afuera. Saber qué ve la gente, qué interpreta como contaminación, qué la conmueve”, explica.
De esa inquietud nació Ubuntu Naturaleza, un proyecto de ciencia ciudadana que busca visibilizar el impacto de la contaminación en los ecosistemas acuáticos y conectar a las personas con su entorno natural.
“Ubuntu empezó como un trabajo con las escuelas, con los chicos y chicas, que son los mejores divulgadores y los mayores cuidadores de la naturaleza. Pero este año decidimos abrirlo a toda la comunidad. Cualquier persona puede participar”, cuenta la investigadora con entusiasmo.
La propuesta es simple: quien observe un organismo vinculado a un cuerpo de agua —mar, lago o río— afectado por un contaminante, puede enviar una fotografía a las redes del proyecto. “Puede ser un ave, un pez o un pulpo adentro de una lata. No importa si es buzo o si solo estaba caminando por la playa. Lo importante es mirar y registrar”, explica.
Cada foto llega acompañada de una breve encuesta: dónde y cuándo fue tomada, si la persona es residente o visitante, y si puede identificar el contaminante o el animal. “Hay gente que sabe el nombre exacto de la especie, y hay quienes simplemente nos dicen ‘una ave’ o ‘un crustáceo’. Toda esa información es valiosa”, destaca González Pisani.
El equipo analiza las imágenes, identifica el tipo de contaminante y publica el registro con una explicación científica. “La foto nunca pierde identidad. Siempre pertenece a la persona que la tomó, y eso es parte de la esencia del proyecto: reconocer la mirada de cada quien que decide observar, detenerse y aportar”, señala.
Pero Ubuntu Naturaleza no se queda en la ciencia. También busca transformar la relación de las personas con el ambiente. “Mucha gente no toma noción del daño que puede generar algo tan simple como una bolsita o un paquete que queda tirado. Cuando ve una foto de un animal afectado por eso, entiende que no era un gesto inocente. Y ahí aparece la conciencia”, reflexiona.
El proyecto ya reúne decenas de registros y se expande a nuevos territorios. “Queremos que Ubuntu salga de Puerto Madryn y llegue a cualquier lugar donde haya agua y vida. Que sea un puente entre la comunidad y la ciencia, pero sobre todo, un llamado a mirar distinto”, dice González Pisani.
Quienes deseen participar pueden seguir y contactar al equipo a través de Instagram y Facebook: @ubuntu.naturaleza_unat.
“Cada foto que recibimos —concluye Jimena— es una oportunidad para aprender, para cuidar y para construir juntos una forma más consciente de habitar la Tierra.”

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